¿Por qué muchos prefieren cobrar sin factura?
Más allá del 21 %: el verdadero incentivo oculto
Cuando oímos la pregunta "¿Con IVA o sin IVA?" parece que hablamos solo de ahorrarnos unos euros. Pero el problema es mucho más profundo: es un fallo estructural en el diseño de los impuestos.
Hoy vamos a verlo en serio, como nadie lo explica.
No es solo el IVA: es el impuesto total que soporta el trabajador
Cuando un profesional te cobra 121 € con factura:
21 € son de IVA, que debe ingresar a Hacienda mediante el modelo 303 (trimestralmente).
De los 100 € restantes, debe pagar también:
Si es autónomo: modelo 130 (pago a cuenta del IRPF cada trimestre).
Si trabaja con sociedad: modelo 202 (pago fraccionado del Impuesto sobre Sociedades, también trimestral).
Resultado: en el mejor de los casos, después de ingresar todo, le quedan 75 € netos.
Cuando te cobra 121 € sin factura:
No ingresa IVA.
No paga IRPF ni Impuesto sobre Sociedades.
Resultado: se queda los 121 € íntegros.
¿Diferencia real?
121 € – 75 € = 46 €.
Esto supone casi un 39 % más de ganancia si no declara el trabajo.
Un margen desproporcionado que convierte el fraude en una tentación real.
El riesgo percibido es mínimo
La probabilidad de que Hacienda detecte una reparación en casa sin factura es muy baja.
Para que haya inspección tendría que:
Haber una denuncia expresa.
O una auditoría al profesional.
Y aun así, probar el servicio no declarado.
En la práctica, el beneficio de no declarar es inmediato y casi seguro.
El coste de ser descubierto es remoto y a largo plazo.
Resultado:
Muchos profesionales hacen un cálculo frío: riesgo bajo, ganancia alta.
¿Quién pierde de verdad?
Hacienda: deja de recaudar no solo el IVA, también el IRPF o IS.
El cliente: no puede reclamar si algo sale mal, no puede deducir el gasto ni tiene garantía.
La sociedad: normaliza que saltarse las normas compensa más que cumplirlas.
Pero el que más pierde a largo plazo es el propio trabajador:
Se acostumbra a vivir fuera del sistema, sin protección, sin derechos, sin poder justificar ingresos para, por ejemplo, pedir una hipoteca.
¿Se puede arreglar esto?
Sí. Pero no solo con más inspecciones o sanciones.
La verdadera solución pasa por reducir la presión fiscal en estos tramos pequeños, igual que hacen otros países de nuestro entorno.
Cuando el coste de declarar no es desproporcionado, el fraude deja de ser rentable.
Cuando pagar impuestos no te arruina, mucha más gente prefiere cumplir.
El resumen final:
La pregunta “¿con IVA o sin IVA?” parece inofensiva.
Pero esconde una lógica que daña al sistema:
premia al que no declara y castiga al que hace las cosas bien.
Y cuando eso pasa, no es un problema individual. Es un problema estructural.
Porque si el fraude se vuelve rentable y normal,
no solo perdemos ingresos fiscales.
Perdemos la confianza en que cumplir merece la pena.